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Sofía Braga

Cada día mil palabras son desperdiciadas, cien músculos de caras son esforzados inutilmente en un impaciente lamento que se refiere a una situación común de molestia en una realidad no plenamente conocida: cada individuo exprime para inercia conceptos trasmitidos de un tercero que a su vuelta hace uso impropio de ideas de otros, creando así un tragicómico efecto dominó. La idea misma de sociedad es hoy algo efimero: nos lamentamos, nos reímos, nos hacemos engaños de algo que no conocemos sin rendir cuentas que aquel “algo” es el individuo mismo, así tomado en sus intentos de ostentar genialidad, repitiendo estenuantemente la misma vergonzosa banalidad, de no rendir cuenta que es justo éste comportamiento la «semilla del mai». La obra no quiere ser una crítica a la sociedad sino una critica de la «critica de la sociedad».

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